jueves, 1 de mayo de 2008

Algunos Recuerdos

Cuando comencé a escribir mis primeras poesías -no se porqué me decidí por ese género literario - el profesor ya estaba retirado. A mi pedido, leyó aquellos versos , me dijo que le gustaban, y se permitió darme unas orientaciones que las seguí sin dudar. Pero como hay momentos en nuestra vida que nos parece que podemos caminar sin preguntar si vamos por el buen camino, dilaté tanto el contacto con el profesor, que cuando quise retomarlo ya era tarde. Le tributé un artículo en un semanario y guardo un ejemplar del mismo, que por su contenido, tuvo buena repercusión en el ámbito intelectual del lugar.

Siempre me acuerdo del mejor profesor de Idioma Español que he conocido, y me siento orgulloso de haber sido uno de sus alumnos.

Era delgado, enjuto, vestía chaqueta y pantalón azul marino, camisa blanca , corbata a rayas rojas y azules, y zapatos negros muy pulcros. Fumaba un cigarro tras otro durante las clases en el aula, y para impartir la enseñanza del idioma, se valía de una pizarra negra, tizas blancas y de su sabiduría sin par.

Solía recibir directamente de España, los textos del idioma y los diccionarios de la Academia, y asombraba a todos por su vasto conocimiento, tanto, que la gente le hacía preguntas en la calle para despejar sus dudas sobre la materia, y hasta le dieron un espacio televisivo para que desde allí siguiera enseñando.

El a todo eso accedía con gusto, pero con la misma responsabilidad y luminosidad que lo caracterizaban, en una época en que estaba disminuido físicamente, y yo creo que como se trataba de un ser humano raro, acercado a lo que conocemos por genios, y que hacen de la modestia y la despreocupación por sí mismos algo constante, en la vorágine de la vida cotidiana esa situación no fue percibida a tiempo de protegerlo y de cuidarlo como era debido, y se merecía.

Su poeta preferido era Antonio Machado. Lo recuerdo escribiendo en la pizarra : ..."el chubasco arrecia..." para analizar la oración aprovechando los versos del poeta.

A veces, en alguna reunión de amigos, le gustaba recitar la poesía del vate de Sevillla, dedicada a Don Francisco Giner de los Ríos :..." Como se fue el maestro, la luz de la mañana me dijo : ya van tres días que mi hermano Francisco no trabaja..." y ponía énfasis en los versos :..." ¡ Yunques sonad; enmudeced campanas !..."

Una tarde que andaba yo recorriendo las librerías céntricas de Montevideo, vi en oferta un libro sobre filosofía, de Francisco Giner de los Ríos. Como tenía marcado un precio muy bajo (menos de lo que cuesta en la actualidad un pasaje de ómnibus urbano ) pregunté por el ejemplar y me confirmaron lo que costaba, que no tenía nada que ver con su valor, que considero inestimable (no hay que confundir valor y precio, decía Machado). Demás está decir que lo adquirí en el momento, y nuevamente me acordé con cariño del profesor de Idioma Español. Creo que vale la pena compartir un poco de buenos recuerdos que tienen que ver con nuestro gusto por el idioma y la literatura, y la evocación de quienes nos ayudaron con sus conocimientos, en este caso el profesor, que como decía A. Machado sobre Francisco de Icaza, no era profesor de energía, y que como el olivar, mucho fruto llevaba, poca sombra daba.

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