jueves, 27 de diciembre de 2007

Los poetas y el agua

Recuerdo los versos escritos por Garcilaso: "Corrientes aguas, puras, cristalinas, árboles que os estáis mirando en ellas ..."

Rafael Alberti escribió: "Álamo me pesas mucho, me doblas la espalda sauce..." (refiriéndose a los árboles reflejándose en el río)

José Martí dice en sus Versos Sencillos: "Yo sé bien que cuando el mundo, cede lívido al descanso, sobre el silencio profundo, murmura el arroyo manso..."
También escribió: "...mi verso es un surtidor, que da un agua de coral..."

Machado escribió: "...Quebró una racha de viento la curva del surtidor..."
En la obra de este poeta, las fuentes y el agua escurriéndose: "...lamiendo casi muda la verdinosa piedra..." son una constante, quizás dando a entender en metáfora, el transcurrir del tiempo, por ende, el paso de la vida.

Alberti escribió: "...Entré en el patio que un día, fuera una fuente con agua, aunque no estaba la fuente, la fuente siempre sonaba, y el agua que no corría, volvió para darme agua..."

León Felipe escribió: "...¿Y la luna? En el pozo la encerraron ..."

Federico García Lorca, en el Romancero Gitano, escribió: "...Los densos bueyes del agua, embisten a los muchachos, que se bañan en las lunas, de sus cuernos ondulados..."
También escribió: "... a la mitad del camino, cortó limones redondos, y los fue tirando al agua, hasta que la puso de oros..."
Y lo siguiente: "...Por los espejos sollozan, bailarinas sin caderas, agua y sombra, sombra y agua, por Jerez de la Frontera..."

Podría seguir citando -con mucho gusto- pequeños fragmentos de la obra de muchos poetas castellanos que mencionan en sus versos el agua, elemento vital hoy y siempre tan necesario.

Son sensaciones gratas, por ejemplo, el olor de la tierra mojada por una lluvia de estío o el ruido de la lluvia sobre un techado de metal. Lo cierto es que esos hombres inspirados me han permitido la alegría de citar brevemente lo que está escrito. Es el agua que cae normalmente, que se escurre de una fuente por las piedras, no aquella que conforma los mares bravíos, las tormentas arrasantes, las que arrastran a su paso hasta la vida misma.

Escritura Espontánea

Todo lo que he escrito en este blog hasta ahora ha sido de manera espontánea, a excepción del relato del Padre Telmo. En este gusto por la espontaneidad, seguiré adelante, y he aquí el siguiente tema.

lunes, 24 de diciembre de 2007

La búsqueda de las palabras

Flaubert decía en sus cartas, de sus noches de vigilia, casi desesperado por encontrar la palabra adecuada, la que le faltaba para continuar como quería, sus obras literarias. Pasaba meses en esa procura, que no lo dejaba avanzar, lo que podría parecer algo exagerado, pero que no lo es.

La tarea de pulir, burilar, si es posible adaptar estos términos al ejercicio extraordinario y también cansativo de corregir lo ya escrito, si uno no se da por satisfecho, seguramente gastará hojas y tinta con la esperanza de acercarse a la narración procurada.

Antonio Machado decía que una vez terminada alguna obra suya, no volvía sobre la misma, y la entregaba al juicio de los lectores porque el momento en que se escribe nada tiene que ver con el que corresponde a las revisiones.

Pero nuestra lengua castellana por suerte es tan rica, tan vasta, que nos permite: escribir de corrido un texto, retocarlo lo suficiente y darlo por concluido, o por el contrario, con diccionario en mano ir hilvanando palabra a palabra, frase a frase el texto que escribimos para los demás.

Como me gusta escribir a mano, sintiendo realmente la sensación gratísima de la escritura, a veces las ideas deben aminorar su ritmo, y el tiempo de creación se hace más largo.

Entonces, están esperando para su desarrollo, no menos de diez temas, y están en el proceso de creación otros tantos, y puedo sentirme como Flaubert, algo preocupado porque me falta el tiempo, y porque el tiempo pasa . . .

Enseguida me conformo pensando que las ideas están, los temas también y solamente me resta cada día llevarlos al papel lo que significa: Leer menos, ver menos deportes por televisión, demorar el encuentro con amigos, aunque estos saben en las cosas que ando, es decir, tratando de las cosas de la literatura.

Cuando le preguntaron a Borges que entendía por alguna literatura determinada (a esa que insisten en ponerle calificativos) el hombre sabio contestó: "Solamente conozco buena y mala literatura"

Es indudable que a los lectores nos gusta la buena literatura, algo de García Márquez, un poco de Monterroso, a veces mucho de lo escrito por los clásicos poetas castellanos (Fray Luis de León, Luis de Góngora, Garcilaso, Lope de Vega), un poco más acá: García Lorca, Salvador Díaz Mirón, Jorge Manrique, Rafael Alberti, León Felipe, entre otros, y los textos exquisitos de Ramón del Valle Inclán, Unamuno y algunos otros que podría citar que a la vez de gustarnos, han contribuido a la difusión de nuestra lengua castellana, todos con sus estilos propios pero con un amor común por la palabra.

Días atrás, recorriendo una calle donde se suceden las librerías ofreciendo textos nuevos y usados, me deparé casualmente con un libro cuyo autor comentaba una a una las poesías que constituyen la obra completa de Antonio Machado y cuyo subtítulo no podía ser mejor: Solo palabra en el tiempo.

Recordé el poema donde el gran poeta sevillano dice: "Ni mármol duro y eterno, ni música ni pintura, solo palabra en el tiempo.

Me sentí feliz por el hallazgo, y no dudé en adquirir el libro que considero una raridad.

Un par de meses antes, recorriendo una feria cercana al puerto de
Montevideo, una mañana de sábado, ya pasada la una de la tarde (la hora en que los feriantes van recogiendo sus mercancías), un vendedor de discos de vinilo exhibía un larga duración de León Felipe (el poeta recitaba sus Versos y oraciones de caminante). Nunca imaginé que encontraría allí algo tan valioso y como no podía ser de otra manera, adquirí el disco que la tecnología moderna me posibilitó pasarlo luego a un disco compacto. Cuando tengo tiempo escucho de la propia voz del poeta versos tales como: "Nadie fue ayer, ni va hoy, ni irá mañana por este mismo camino que yo voy" y también disfruto cuando recita "Vencidos": "Por la manchega llanura, se vuelve a ver la figura de Don Quijote pasar ..." .

Cuando esto ocurre, en la medida que me corresponde, me siento feliz de escribir de vez en cuando alguna poesía, y batallar amorosamente (su amoroso batallar decía
Felipe) procurando la creación de mis temas.