jueves, 14 de febrero de 2008

Impresiones de un lector

El escritor José Saramago había estado en una de las ediciones de la feria del libro en Montevideo, donde acostumbro a ir, recorrer los puestos de las distintas editoriales, y porqué nó, adquirir libros de literatura, asistir a las presentaciones de las nuevas obras, conocer a los escritores, en fin, todo lo que un lector habitualmente hace en esos eventos.

Un dia que resolví faltar, estuvo el laureado escritor portugués.Meses después, recibió el premio Nobel. Creí que no iba a tener la oportunidad de asistir a una conferencia suya.

Sin embargo, en mayo de 2003, regresó a la capital uruguaya, y yo me encontraba por el norte del país. Su conferencia comenzaba a las siete y media de la tarde en la Universidad. Viajé ocho horas en un autobús desde el mediodía con un ejemplar del libro que lanzaba:"El hombre duplicado" por todo equipaje. Cuando llegué a la estación, reservé mi pasaje de regreso para las diez de esa noche. Ascendí a un taxi para llegar más rápido al evento. El paraninfo estaba atestado de público; como pude, me acomodé en la entrada, mal podía ver al escritor, solamente lo oía por los equipos de sonido. Al término de su inolvidable disertación, un escritor uruguayo que lo acompañaba anunció que el ilustre visitante se retiraba y no habría sección de autógrafos. La mayoría de los asistentes portaban en sus manos algún y hasta algunos libros de Saramago con el fin de tener un contacto con él y conseguir su firma. No me desanimé. Había viajado mucho para llegar hasta allí y regresaría en menos de media hora para recorrer otra vez ese extenso camino, así que igualmente me fui acercando junto con otras personas, porque el grueso de la gente ya se estaba retirando al igual que el escritor, éste por una puerta exclusiva, y debía darme prisa sin comprometer el decoro. Unas personas que se acercaron hasta él, seguramente eran quienes se hallaban más cercanas en el momento del final, lo convencieron para que regresara, señalándole los libros que llevaban. El flamante premio Nobel accedió a los pedidos, se sentó ante una mesa larga y comenzó a firmar en silencio, el rostro serio sin otra expresividad. A mi turno, firmó sin mirarme y con ambas manos retiró de su frente el libro cuando ya le habían puesto otro delante. No tuve oportunidad de hablarle; miré el reloj y me faltaba poco tiempo para volver a la estación y tomar el autobús de regreso. Llegué a la casa al amanecer, con la satisfacción de haber logrado el objetivo. Cada cual tiene su estilo, y en su vida quién sabe la cantidad de veces que un escritor debe cumplir con el deseo de sus lectores y dedicarse un tiempo a los autógrafos. Fue una experiencia interesante, un momento de pragmatismo como me dijo un amigo al cual le conté lo que estoy ahora escribiendo. Cuando me toque autografiar, dedicaré un tiempo aunque breve a todo aquel que se me acerque, seguro que sonreiré y le agradeceré su fina delicadeza de ser un lector de mi obra. Hasta les pediré alguna impresión, les daré la mano y a cada uno, siempre y sinceramente, les estaré agradecido.

Mi contacto con el gran escritor chileno José Donoso fue diferente, una noche en que presentaba su obra: "Donde van a morir los elefantes", y otros buenos momentos de literatura pasados con otras personalidades de las letras , aunque esto lo abordaré en entregas posteriores, porque tenemos tiempo, el blog recién comienza a ser desarrollado.

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