miércoles, 29 de julio de 2015

POESÍA, RELATOS Y NOVELA

La poesía, el género literario más difícil de lograr, es lo que atrae al escritor en sus comienzos, y a lo que éste se dedica con ahínco en procura de plasmar su lírica, de hallar un estilo propio con los versos. Su segundo paso literario lo sitúa en la narración breve, que también le cuesta. No es fácil escribir cuentos; los relatos cortos son fruto de un trabajo minucioso y de extrema técnica. Por último puede que elija la novela, que comparada con los géneros literarios citados, es el más fácil de escribir. Mediante la lectura de las obras en lengua española de los poetas de todos los tiempos se aprende mucho sobre las cosas de la vida, los valores del ser humano, de lo bueno y lo malo de las conductas; se nutre la cultura, se amplía el conocimiento del idioma, se enriquece el lenguaje. Siempre que la presencia del poeta es notada por la gente, recibe su reconocimiento y admiración. A todos viene bien un poco de poesía. Los escolares las recitan, se estudian en la secundaria, las personas adultas las leen o las escuchan con gusto si alguien las declama. Es interesante conocer las distintas corrientes de la poesía lírica de la lengua, tales como la clásica, el barroco, el culteranismo, el modernismo, o lo contemporáneo, entre otras. Un poeta puede a la vez ser un cuentista, en tanto que a un narrador por excelencia no le salen buenos versos. El novelista se siente bien en lo suyo, que por lo general consiste en escribir textos amplios. A quienes quieren el lenguaje español, les queda el agradable ejercicio de releer las obras literarias de los buenos poetas, de los narradores de raza, y de los novelistas que cuenten historias interesantes con el empleo de las palabras justas, suficientes. Escribir así resulta un desafío para el autor, un trabajo arduo y de correcciones, aunque muy grato para el lector y para sí mismo. De la poesía cautivan el ritmo, la cadencia de los versos, la sonoridad de las palabras, las ingeniosas metáforas, por ejemplo. De las narraciones, quizá la prosa clara y precisa, mínimos diálogos o ninguno, las escasas descripciones para que el lector imagine en base a lo que se cuenta.

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